martes, 11 de noviembre de 2008

Nuevos resultados sobre la aspirina y los infartos de miocardio

por Dianne Witter

Una interrogante que viene desde hace mucho tiempo para médicos de salas de urgencia, oncólogos y otros médicos clínicos podría ahora ser resuelta. La pregunta: dar aspirina, con el potencial de salvar vidas, a los pacientes con cáncer, que tambien padecen de la trombocitopenia, que sufren un infarto de miocardio o no dar aspirina por temor de que pudiera reducir aún más el recuento de plaquetas y causar una hemorragia mortal.

En la actualidad, no existen pautas para el tratamiento de infartos de miocardio en pacientes oncológicos, razón por la cual hay una gran variación en la manera en que dichos pacientes son tratados. Los médicos se han quedado desconcertados sobre cómo tratar a los pacientes oncológicos que se les forman coágulos de sangre, los cuales pueden ser causados por el mismo cáncer o por la quimioterapia.

Nuevos resultados de los investigadores en el M. D. Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas han arrojado mucha más luz sobre el problema y pronto podrían simplificar para dichas decisiones los médicos. Junto con sus colegas, la Dra. Mona G. Sarkiss, profesora adjunta en el Departamento de Anestesiología y Medicina del Dolor, publicó un artículo sobre este tema en el número de Cancer del 1 de febrero de 2007. El estudio sugirió que se debería dar aspirina a los pacientes oncológicos que sufren un infarto de miocardio, y que, de hecho, sin la aspirina muchos de ellos morirían.

Los resultados del estudio retrospectivo desafían la lógica convencional, pero exponen los argumentos a favor de la aspirina en tales situaciones. Los investigadores encontraron que 9 de cada 10 pacientes oncológicos con trombocitopenia que estaban sufriendo un infarto de miocardio y a quienes no se les dio aspirina murieron, mientras que sólo un paciente de un grupo de 17 que sí tomaron aspirina murió.

«A partir de este análisis, hemos encontrado que el factor de predicción de supervivencia más importante en estos pacientes es si recibieron aspirina o no», expresó el principal investigador del estudio, el Dr. Jean-Bernard Durand, profesor adjunto en el Departamento de Cardiología en el M. D. Anderson. «Por qué es así, no estamos seguros. Parece haber una “paradoja de las plaquetaria”, que sugiere que el cáncer podría afectar el mecanismo de coagulación de la sangre». Según el Dr. Durand, es necesario realizar más investigaciones para entender mejor esta contradicción, pero mientras tanto, la decisión sobre el uso de la aspirina debería ser tomada por el cardiólogo y el oncólogo del equipo de tratamiento.

Con un mayor riesgo
Según la Organización Mundial de la Salud, de los aproximadamente 10 millones de pacientes oncológicos en el mundo, cerca de 1,5 millón podría desarrollar coágulos de sangre durante su tratamiento. En ese caso, presentan un riesgo mucho más elevado de morir a consecuencia de cardiopatías. «Ahora que tenemos este estudio, sería una farsa si alguien que sobrevivió al tratamiento oncológico muriese de un infarto de miocardio, al poco tiempo, porque no se le trató con aspirina», expresó el Dr. Durand.

Después de haber observado empíricamente que los pacientes del M. D. Anderson que estaban siendo tratados por infartos de miocardio a menudo parecían tener una muy buena evolución clínica cuando se les daba aspirina y/o betabloqueantes, el Dr. Durand y un equipo de investigadores de varios centros condujeron un análisis retrospectivo de pacientes oncológicos tratados por infarto de miocardio en el M. D. Anderson durante un período de un año. Los 70 pacientes fueron divididos en dos grupos en función de su recuento de plaquetas, y se recopilaron datos sobre el uso de aspirina, las complicaciones por hemorragias y la supervivencia.

El equipo halló que los pacientes que sufrieron infarto de miocardio con recuentos bajos de plaquetas y quienes no recibieron aspirina tuvieron una tasa de supervivencia a los siete días de sólo el 6%, mientras que los que recibieron aspirina tuvieron una tasa de supervivencia del 90%. Además, los pacientes que tomaron aspirina no tuvieron complicaciones hemorrágicas graves, pero los pacientes con recuentos bajos de plaquetas que desarrollaron formación de un coágulo de sangre y que no recibieron aspirina, murieron.

El efecto beneficioso de la aspirina también se observó en pacientes con recuentos normales de plaquetas. Los investigadores hallaron que la tasa de supervivencia a los siete días fue del 88% en los pacientes tratados con aspirina y del 45% en los pacientes que no fueron tratados con aspirina.

El Dr. Durand observó que estas tasas de mortalidad son aún anormalmente elevadas en comparación con las de pacientes sin cáncer. «Para alguien que presenta el síndrome coronario agudo en los Estados Unidos, la mortalidad esperada a los siete días es menos del 1%», manifestó el doctor.

Los resultados en los pacientes de cualquiera de los grupos que fueron tratados con betabloqueantes fueron paralelos a los de los grupos tratados sólo con aspirina. El efecto protector no fue tan marcado como el observado con la aspirina, pero aún así salvó vidas. Los investigadores notaron que su informe podría ser el primero en describir el perfil riesgo-beneficio del tratamiento con aspirina en pacientes con trombocitopenia

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