lunes, 15 de diciembre de 2008

INFARTOS CEREBRALES

Infartos cerebrales

Los infartos cerebrales dificultan la capacidad de la persona para valerse por sí misma y son una de las causas más frecuentes e importantes de incapacidad y depresión. La buena noticia es que podemos prevenirlos.
1. El riego cerebral 2. Frecuencia 3. ¿Qué otros nombres recibe? 4. Tipos 5. Síntomas 6. Un drama 7. Tratamiento 8. Prevención
1. El riego cerebral

El cerebro es un órgano que depende del oxígeno y la glucosa que le aporta la sangre.
Unos minutos sin riego son suficientes para producir la muerte de las neuronas y, como consecuencia, lesiones irreversibles.
La sangre llega al cerebro por las arterias carótidas (a ambos lados del cuello) y por la basilar (a través de los huesos del cuello).
En las personas hipertensas, diabéticas, fumadoras, con el colesterol muy elevado o con enfermedades cardiacas, puede suceder que se forme un trombo o un émbolo que corte bruscamente el paso de sangre a alguna región del cerebro (una trombosis o una embolia).
Si la obstrucción se mantiene unos minutos, se produce un daño irreversible, con muerte de las neuronas (unas células que no pueden dividirse, por lo que no pueden ser sustituidas, sólo suplidas por algunas neuronas cercanas que sigan vivas, si las hay).
Como consecuencia, se pierde la función cerebral que hacían las neuronas muertas.

2. Frecuencia

Su frecuencia aumenta con la edad y es la tercera causa de muerte en las personas mayores.
Su frecuencia aumenta tambien en las personas hipertensas, diabéticas, fumadoras, con el colesterol muy elevado o con enfermedades cardiacas.

3. ¿Qué otros nombres recibe?

El ictus es una enfermedad aguda que se produce en el cerebro por la alteración de los vasos que llevan la sangre hasta él.
Recibe muchos nombres: infarto cerebral, embolia cerebral, apoplejía, hemiplejía, ataque cerebral, derrame cerebral, trombosis, embolia...
Los médicos suelen hablar de accidente cerebrovascular (ACV) o ictus.

4. Tipos

Hay distintos tipos, pero lo más frecuente es el infarto o la isquemia (falta de riego) cerebral que se produce por un trombo (que ocluye una arteria del cerebro afectada de arteriosclerosis) o un émbolo (trombo que se desprende de un vaso lejano y por la circulación sanguínea llega al cerebro donde atasca un vaso).
Algunas veces el ictus se debe a una hemorragia (un vaso sanguíneo se rompe dentro del cerebro).

5. Síntomas

En la mayoría de los casos el ictus aparece de forma brusca. En algunos casos el riego se recupera en pocos minutos, y no quedan secuelas: se habla entonces de accidente isquémico transitorio (AIT o TIA, por sus siglas en inglés).
En otros casos el ictus es permanente y deja secuelas neurológicas más o menos graves.
Los síntomas dependen de la arteria afectada y son muy variados. En el accidente isquémico transitorio la persona afectada sufre bruscamente problemas para hablar, ver o mover algún miembro durante un periodo corto de tiempo (menos de 24 horas en todo caso) y luego se recupera espontáneamente.
Esta entidad es un aviso de que hay un altísimo riesgo de sufrir un ictus grave en los siguientes días. Hay que tomarla en serio y acudir al médico para que busque la razón e inicie un tratamiento que reduzca el riesgo.
En el ictus, la manifestación más típica es la hemiplejía o parálisis de una mitad del cuerpo (normalmente la del lado contrario de la lesión cerebral), afectándose muchas veces también la capacidad de hablar o entender el lenguaje, aunque la variabilidad de los síntomas es enorme por la gran riqueza del cerebro.

6. Un drama

Infarto cerebral. Si se sobrevive al mismo las secuelas suelen dejar inmovil al paciente
Esta enfermedad es, en muchos casos, total o parcialmente irreversible, y supone una verdadera catástrofe en la vida de una persona.
Una persona sana y activa se convierte, bruscamente, en una persona inmóvil y dependiente de otros hasta para las cosas más sencillas y básicas.
Le espera, además, un largo tiempo de rehabilitación, en ocasiones sin esperanza de obtener con ella un éxito aceptable.
No es extraño que las personas que lo sufran se depriman con frecuencia. Y esto debe hacer reflexionar sobre la importancia de prevenirlo.

7. Tratamiento

El tratamiento del ictus es aún muy imperfecto. Generalmente, el enfermo con un ictus debe ingresar, al menos los primeros dos o tres días, en un hospital.
Se están estudiando medicamentos para disolver el trombo o el émbolo, y alguno de los fármacos estudiados parece conseguirlo, aunque aún no es un tratamiento estándar.
La edad no es una contraindicación para la hospitalización o el tratamiento, hay que valorar de forma individual a cada persona.
En la fase aguda, el tratamiento inicial es de soporte. Esto quiere decir que hay que procurar mantener la alimentación, la hidratación y evitar ulceras, infecciones u otras complicaciones.
Además, es preciso buscar la causa e intentar prevenir nuevos ictus, si es posible.
Después queda un largo tiempo de rehabilitación para conseguir recuperar el máximo de independencia.
Cada ictus evoluciona de forma diferente. En algunos casos se recupera al cabo de días, semanas o meses la situación previa, y en otros casos no se consigue ninguna mejoría en absoluto de los síntomas.
En todo caso, siempre debe intentarse desde muy pronto la rehabilitación activa y pasiva de las deficiencias neurológicas causadas por el infarto.
La recuperación depende tanto de la gravedad del problema como de la personalidad y el nivel socioeconómico del enfermo. Una persona deprimida o sin apoyo económico o familiar difícilmente se podrá recuperar.
Cuando la recuperación completa es imposible, deben buscarse las formas de adaptación a la incapacidad para recuperar la mayor parte de las funciones que se hacían antes del infarto cerebral.

8. Prevención

El ictus es una enfermedad cuya frecuencia en los últimos años no solo no está bajando, sino que tiende a aumentar, y afecta con frecuencia preocupante a las personas mayores.
Es una de las principales y más temidas causas de invalidez. La buena noticia es que es una enfermedad prevenible.
Además, los mecanismos de prevención son los mismos que los del infarto de miocardio, por lo que se previenen varias enfermedades graves con las mismas medidas.
La prevención consiste en evitar o tratar lo mejor posible los llamados "factores de riesgo cardiovascular".
Una de las acciones preventivas más importante es dejar de fumar, ya que los fumadores se ponen a sí mismos en un altísimo riesgo de sufrir ictus. Además hay que controlar la hipertensión arterial, la diabetes y el aumento de colesterol.
También es preciso tratar las enfermedades cardiacas valvulares y aquellas que producen arritmias, porque las arritmias favorecen que se suelten émbolos del corazón hacia el cerebro.
Muchas veces se necesita dar de forma crónica un tratamiento anticoagulante

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Advierten que hay más casos de infartos en las fiestas de fin de año

Es porque se combina lo emocional con los desarreglos en las comidas y no se acude a tiempo al médico.
Por: Valeria Román

Supuestamente, las fiestas de fin de año implican buenos momentos para encontrarse con familiares o con amigos. Sin embargo, no todos la pasan tan bien. Los cardiólogos advierten que se produce un pico de infartos durante los festejos. En los Estados Unidos, un análisis de una base de datos sobre 53 millones de muertes ocurridas entre 1973 y 2001 detectó que las muertes por enfermedad cardíaca se producen más entre diciembre y enero. Los picos se dan entre la Noche de Navidad y la llegada de Año Nuevo.

El trabajo que estuvo a cargo de Keith Churchwell, cardiólogo y director asociado del Instituto vascular y cardíaco del centro médico de la Universidad Vanderbilt de Nashville, Tennessee.En la Argentina, especialistas en cardiología confirmaron a Clarín que también hay un pico de infartos durante las fiestas. Varias son las razones que explican el aumento.Los infartos ocurren cuando el flujo de sangre que llega al músculo cardíaco se reduce drásticamente o se detiene. Esto se debe a que está bloqueada alguna arteria encargada de brindarle sangre al corazón."Las fiestas de fin de año son un gatillador, entre otros, de los infartos.

En muchos pacientes, se combina lo emocional con los desarreglos de las comidas: se come tres veces más que lo normal y se bebe mucho, y se hacen ayunos al día siguiente. Si tienen algún dolor, creen que no van a encontrar a médicos idóneos en los hospitales y esa tardanza en la consulta puede ser trágica", dijo Alberto Alves de Lima, a cargo del centro de capacitación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). "Es cierto que hay más infartos durante las fiestas y otras enfermedades como la insuficiencia cardíaca.

Con tantos festejos, la gente se descuida, aunque tiene síntomas, y posterga la visita al médico. Algunos también abandonan la medicación", señaló la médica Liliana Grinfeld, presidenta de la Fundación Cardiológica Argentina. El desborde marca el momento. "Algunos pacientes van antes a la consulta médica para un chequeo y creen que eso les da licencia para los excesos", comentó Rodolfo Daniel La Greca, de la Sociedad Argentina de Cardiología. "Comen con más sal. Se juntan a jugar partidos de fútbol cuando hace tiempo que no se mueven.
Y se comen seis medialunas cuando deberían conformarse con una. Es mejor comer de todo, pero con moderación". Las emociones también se consideran un factor de riesgo para los infartos. El psiquiatra Juan Manuel Bulacio, de la Fundación de Investigación de Ciencias Cognitivas Aplicadas, explicó que "las fiestas de fin de año generan cierta nostalgia por épocas con las familias más grandes, y con seres queridos que ya no están vivos".

Encima, en algunos "la sensación de soledad magnifica la nostalgia".Además, puntualizó Bulacio, "la organización de los encuentros e incluso la elección del lugar -que en realidad son temas muy simples- pueden desencadenar tensiones, que sacan a relucir conflictos y pases de factura entre los familiares y las parejas".El psiquiatra insiste con que hay que recuperar el sentido de las fiestas. "Aunque parezca obvio, son momentos para pasarla bien y no para amargarse por las pérdidas". Ante la posibilidad de conflictos con los demás -sugirió Bulacio- "cada uno debería darse la libertad de plantearse qué sentido tiene el ritual de reunirse y simplificar la organización".

martes, 18 de noviembre de 2008

Los infartos lacunares pueden ocasionar deterioro cognitivo

Los infartos lacunares no son tan benignos como hasta ahora se los había considerado académicamente. Dos estudios del Hospital Sagrado Corazón y de la Universidad de Barcelona han demostrado que se asocian al deterioro cognitivo leve y a atrofia en ciertas áreas del cerebro.


Pacientes que han sufrido un primer infarto lacunar pueden presentar deterioro cognitivo leve relacionado con una mayor atrofia en ciertas regiones del cerebro, según ha explicado Marta Grau-Olivares, primera firmante de dos trabajos sobre este tipo de infartos, que se publican en la edición electrónica de Journal of Neurological Science y en la versión impresa de Cerebrovascular Disease.
Ambos son producto de la tesis doctoral que la neuropsicóloga Grau-Olivares, doctorando de Neurociencias y becaria de la Universidad de Barcelona (UB),está preparando sobre los infartos lacunares.También son autores de estas investigaciones Adrià Arboix, jefe clínico del Servicio de Neurología que dirige Joan Massons en el Hospital Sagrado Corazón y responsable de la División de Enfermedades Vasculares Cerebrales de dicho servicio, y David Bartrés y Carme Junqué, del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología de la UB.
Dos gruposEn el estudio de Cerebrovascular Disease se analizó una muestra de 40 pacientes que habían sufrido un primer infarto lacunar y se les siguió durante un mes.A todos ellos se les sometió a una batería de test neuropsicológicos, gracias a los cuales la muestra estudiada se subdividió en dos grupos: uno que cumplía criterios de deterioro cognitivo leve vascular y otro que no.Asimismo, se estudiaron otras variables que pudieran explicar el deterioro en los sujetos que cumplían los criterios, utilizando la Voxel-Based Morphometry, una técnica de tratamiento de la imagen que permite analizar vóxel a vóxel el tejido cerebral (sustancia gris, sustancia blanca y líquido cefalorraquídeo) y detectar cualquier anomalía.

De esta forma se pudo observar que los pacientes con un primer infarto lacunar y con criterios de deterioro cognitivo leve tenían mayor atrofia que los que habían sufrido uno de estos episodios pero no cumplían los criterios.En concreto, estos pacientes padecían atrofia bilateral en el giro temporal medio, en las regiones occipitoparietal bilateral posterior y frontal derecha e izquierda, incluyendo el cingulado posterior, así como el cerebelo; y también una reducción del volumen del hipocampo."Se habían visto enfermos de Alzheimer con deterioro cognitivo leve de tipo neurodegenerativo, que sería como un pródromo del Alzheimer.

Pero no se había visto después del primer ictus lacunar un deterioro cognitivo leve y que esta afectación cognitiva no sólo es vascular, sino también un factor neurodegenerativo", ha dicho Grau-Olivares.De tipo silenteSe desconoce, no obstante, si estas lesiones en el cerebro son previas al infarto o posteriores. "Es probable que estos pacientes hayan sufrido otros infartos lacunares muy pequeños, de tipo silente", ha comentado Grau-Olivares.

Tras estos hallazgos se ha seguido a los pacientes durante un año y medio, y después se les ha sometido a las mismas evaluaciones con el fin de saber si mejoran o empeoran. Los resultados están siendo analizados ahora.En el estudio que se publica en Journal of Neurological Science se ha observado que estos pacientes tienen más probabilidades de sufrir síndromes vasculares clínicos como los síndromes lacunares atípicos y hemiparesis materna pura, de peor pronóstico.'(Cerebrovascular Disease 2007; 23 (5-6): 31-361 y Journal of Neurological Science 2007 (Epub. ahead of print)'.Implicaciones de los hallazgos en la prevención .

Los libros de texto clásicos de Medicina describían y describen los infartos lacunares como pequeñas lesiones de menos de 15 milímetros de diámetro y supuestamente benignas, a diferencia de otras lesiones, causantes de apraxia, afasia y agnosia; tras los dos estudios que se publican ahora deberían revisarse, a juicio de Adrià Arboix."Estos trabajos rompen con un concepto establecido, ya que el 55 por ciento de estos infartos lacunares causan deterioro cognitivo leve y más alteraciones en la sustancia blanca; no sólo las vasculares, sino también la atrofia observada con la Voxel-Based Morphometry, no causada por el propio ictus y que es un componente concomitante", ha afirmado.

"Los infartos lacunares no son, pues, lesiones tan benignas. Hay que ser muy cautos porque pueden ser el preludio de una demencia vascular de tipo subcortical", ha destacado.Marta Grau-Olivares ha añadido que la demencia vascular es la segunda demencia en prevalencia y causante de mayor mortalidad que el Alzheimer y de un gran número de casos de dependientes.Debido al gran impacto de esta demencia y a las últimas evidencias obtenidas por el Hospital Sagrado Corazón, este centro se ha implicado en un ensayo clínico de prevención secundaria del pequeño infarto subcortical, impulsado por la Universidad de San Antonio, financiado por el Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos y dirigido por Óscar Benavente

jueves, 13 de noviembre de 2008

NUEVE FORMAS DE CONTROLAR LOS INFARTOS

Hay nueve factores controlables por las personas que inciden en el 90 por ciento de los ataques cardíacos sufridos en cualquier parte del mundo, según reveló un extenso estudio internacional.

Evitarlo está en tus manos
Los resultados de la investigación, que se llevó a cabo en 52 países por científicos que participaron en el proyecto para el estudio de enfermedades del corazón, Interheart, han sido publicados en el número de septiembre de la revista especializada The Lancet.Los investigadores determinaron el rol decisivo que desempeñan nueve factores en la ocurrencia de infartos del miocardio, mediante un seguimiento de más de 15 mil casos de estudio en países de Norte y Sur América, Asia, Africa, Australia, Europa y el Medio Este.


Los dos factores de riesgo identificados como más importantes en cualquier región del mundo son fumar y altas concentraciones de lípidos en el organismo, que comúnmente coinciden en dos tercios de los casos. A esos factores de riesgo les siguen el estrés, la obesidad abdominal, la diabetes y la hipertensión.Por otra parte hay otros tres factores de carácter protector, que son el consumo diario de frutas y vegetales, ejercicio físico frecuente, y el no consumo o consumo moderado de alcohol.Según el estudio se considera ejercicio físico frecuente el tener actividad física moderada (caminar, trabajar en el jardín) o extenuante, si se trata de cuatro horas semanales o más

En cuanto al consumo regular de alcohol se plantea que éste puede convertirse en factor de riesgo negativo cuando ocurre tres o más veces a la semana."Nuestro estudio ha mostrado nueve factores de riesgo fácilmente mensurables asociados con más de 90 por ciento de riesgo de padecer un ataque cardiaco agudo", dijo el doctor Salim Yusuf, autor principal del estudio al frente de la oficina de Interheart en la Universidad de McMaster en Canadá.Agregó que "estos resultados son regulares en todas las regiones geográficas y grupos étnicos del mundo".

Fumar, dice el estudio, "incluso sólo cinco cigarrillos diarios, incrementa el riesgo de infarto", y el mismo se acrecienta con la cantidad fumada. Señala que si dejar de fumar no es posible, "el riesgo de infarto del miocardio asociado al fumar podría reducirse significativamente disminuyendo la cantidad que se fuma.En una investigación más detallada con 11 mil de los casos participantes en la investigación principal y un grupo de control, Yusuf identificó cuatro principales factores psicológicos de riesgo para el infarto.


Estos son estrés en el trabajo, en la casa, financiero, y la ocurrencia de un suceso importante en la vida, durante el año anterior al ataque cardíaco. En todos estos casos se observó una alta incidencia de los cuatro factores de estrés.Entre las personas que todavía trabajan, 23 por ciento de los casos experimentó estrés permanente en el trabajo durante el año anterior al ataque, en comparación con sólo cinco por ciento de las personas en el grupo de control.

En importancia le sigue el estrés en la casa, con el estrés relacionado con problemas financieros como el factor más destacado en el hogar.En general se determinó que la relación entre el estrés y el riesgo de sufrir un infarto del corazón contribuye en un 22 por ciento en la ocurrencia de esta enfermedad.Yusuf expresó que "nuestros resultados sugieren que las aproximaciones a la prevención de las enfermedades de las arterias coronarias pueden basarse en principios similares en todo el mundo".
Por tanto, la modificación de los nueve factores de riesgo identificados como evitables, "puede impedir la mayoría de los casos" de infarto del miocardio

martes, 11 de noviembre de 2008

Enfermedad de la Arteria Carótida y los Infartos Cerebrales (o

Por:Oscar Ponce Cardeña

¿Qué son las arterias carótidas?
Las dos arterias carótidas (una en cada lado del cuello) proveen de la mayoría de la
sangre que va al cerebro. Se pueden sentir fácilmente las arterias carótidas en ambos
lados del cuello inmediatamente debajo del ángulo de la mandíbula. Hay dos arterias
mas pequeñas, las arterias vertebrales, que corren por la
espina dorsal y llevan sangre a la parte posterior del
cerebro (el tronco encefálico y el cerebelum). Las
arterias carótidas riegan la parte anterior del cerebro que
es mucho más grande, y es donde viven el pensar, el
hablar, la personalidad, y las funciones sensoriales y
motores.

¿Cómo se desarrolla la enfermedad de las arterias
carótidas?
Cuando una persona se vuelve mayor, las arterias
carótidas desarrollan ateroesclerosis de la misma manera
que lo hacen las arterias coronarias del corazón. La
ateroesclerosis es la formación de depósitos de colesterol y Bloqueo en la arteria carótida
otras materias a lo largo de las paredes interiores de las arterias. Estos depósitos llegan a
formar placas, que empiezan a sobresalir de las paredes interiores de las arterias y a
obstruir (disminuir) el flujo de la sangre a órganos como el cerebro y el corazos.

Los factores de riesgo que se han identificado para el desarrollo de ateroesclerosis
incluyen:
• Fumar (tabaquismo)
• Colesterol alto
• Hipertensión (tensión sanguínea alta)
• Historial de ateroesclerosis en la familia
Típicamente, las arterias carótidas desarrollan la ateroesclerosis unos pocos años después
de las arterias coronarias. Las personas con enfermedades del corazón tienen más
probabilidad de desarrollar enfermedad de las arterias carótidas, y las personas con
enfermedad de las arterias carótidas tienen más probabilidad de tener enfermedad del
corazón.

¿Cuáles son las consecuencias de la enfermedad de las arterias carótidas?
Cuando se estrechan las arterias carótidas, el flujo de sangre hacia el cerebro disminuye.
Si se bloquea completamente la arteria o si un trozo de la placa se suelta y llega a las
arterias mas pequeñas en el cerebro y las bloquea, puede ocurrir un infarto cerebral.
Un infarto cerebral o “ataque del cerebro” es parecido a un ataque del corazón. Un
infarto cerebral ocurre cuando las células del cerebro (neuronas) se quedan sin oxígeno y
glucosa que normalmente les lleva la sangre. El oxígeno y la glucosa son esenciales para
el funcionamiento y sobre vivencia de las neuronas. Si la falta de flujo de la sangre dura
más de 3 a 6 horas, el daño es generalmente permanente. Los infartos cerebrales también
pueden ocurrir por otras razones como contracciones rápidas de las cámaras superiores
del corazón (fibrilación auricular), debilidad severa del músculo del corazón
(cardiomyopatía), o bloqueo de las arterias pequeñitas en el cerebro.
¿Cuáles son las señales de peligro de los infartos cerebrales?

Algunas personas tienen ataques isquémicos transitorios (siglas en inglés TIA’s) antes de
tener un infarto cerebral total. Los síntomas pueden incluir la pérdida súbita de la visión
en uno o los dos ojos, debilidad o pérdida de sensación en un lado del cuerpo, arrastrar
las palabras o inhabilidad de hablar, o pérdida de coordinación. Un TIA es una
emergencia médica ya que no se puede saber cuales son las TIA’s que pueden convertirse
en un infarto cerebral total. Cualquier persona con síntomas que sugieren un infarto
cerebral se deben llevar a la sala de urgencias más cercana.

¿Qué se puede hacer para diagnosticar la enfermedad carótida antes de un infarto
cerebral?
Los infartos cerebrales son mucho más fáciles de prevenir que de tratar, así que es crucial
que la gente con alto riesgo para la ateroesclerosis tengan evaluaciones regulares con sus
médicos de cabecera. Simplemente con escuchar en el cuello con un estetoscopio se
puede detectar más o menos la mitad de los bloqueos carótidas. Un ultrasonido de las
carótidas es una prueba muy sencilla, no invasiva, que se puede usar para detectar con
precisión los bloqueos en las carótidas, y se puede hacer en la mayoría de las oficinas y
hospitales.

¿Cuándo se debe tratar la enfermedad de las arterias carótidas?
La decisión para seguir con la terapia quirúrgica la tiene que tomar el individuo junto con
su médico. Hay mucha evidencia clara que indica que los pacientes con estrechamiento
del 70 por ciento o más que han tenido unas TIA’s o infartos cerebrales, y los pacientes
con estrechamiento del 80 por ciento o más sin ningún tipo de síntomas (ej., que no tiene
síntomas obvios) pueden beneficiarse de las operaciones quirúrgicas. Los pacientes con
tan poco como un 50 por ciento de estrechamiento también pueden beneficiarse en
algunos casos.

¿Cuáles son las opciones para el tratamiento de la enfermedad de las arterias
carótidas?
Todos los pacientes con enfermedad de las arterias carótidas deben tomar aspirina. El
tratamiento quirúrgico estándar para el estrechamiento de las arterias carótidas es la
endarterectomía. En esta operación, se hace una incisión en el cuello y se sacan las capas
interiores que han sido afectadas por la ateroesclerosis antes de recoser las capas
exteriores aumentando el flujo de sangre hacia el cerebro. La endarterectomía es segura
y efectiva para la mayoría de los pacientes.

En los pacientes en los que no se puede realizar la endarterectomía, hay otro
procedimiento que se puede realizar, que es más nuevo y se
encuentra en proceso de investigación, llamado “stenting” de las
arterias carótidas. El stenting de las arterias carótidas se hace a
través de una pequeña incisión en la ingle. Entonces se meten
unos tubos muy pequeños (catéteres), cables, y globos que se
guían hasta la arteria carótida y el área estrechada se abre
ensanchándola. Un tubo de una red metálica (stent) se implanta
con alta presión en las pareces de las arterias carótidas, dejando que fluya más sangre al
cerebro (aumentando el flujo de sangre al cerebro).

Nuevos resultados sobre la aspirina y los infartos de miocardio

por Dianne Witter

Una interrogante que viene desde hace mucho tiempo para médicos de salas de urgencia, oncólogos y otros médicos clínicos podría ahora ser resuelta. La pregunta: dar aspirina, con el potencial de salvar vidas, a los pacientes con cáncer, que tambien padecen de la trombocitopenia, que sufren un infarto de miocardio o no dar aspirina por temor de que pudiera reducir aún más el recuento de plaquetas y causar una hemorragia mortal.

En la actualidad, no existen pautas para el tratamiento de infartos de miocardio en pacientes oncológicos, razón por la cual hay una gran variación en la manera en que dichos pacientes son tratados. Los médicos se han quedado desconcertados sobre cómo tratar a los pacientes oncológicos que se les forman coágulos de sangre, los cuales pueden ser causados por el mismo cáncer o por la quimioterapia.

Nuevos resultados de los investigadores en el M. D. Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas han arrojado mucha más luz sobre el problema y pronto podrían simplificar para dichas decisiones los médicos. Junto con sus colegas, la Dra. Mona G. Sarkiss, profesora adjunta en el Departamento de Anestesiología y Medicina del Dolor, publicó un artículo sobre este tema en el número de Cancer del 1 de febrero de 2007. El estudio sugirió que se debería dar aspirina a los pacientes oncológicos que sufren un infarto de miocardio, y que, de hecho, sin la aspirina muchos de ellos morirían.

Los resultados del estudio retrospectivo desafían la lógica convencional, pero exponen los argumentos a favor de la aspirina en tales situaciones. Los investigadores encontraron que 9 de cada 10 pacientes oncológicos con trombocitopenia que estaban sufriendo un infarto de miocardio y a quienes no se les dio aspirina murieron, mientras que sólo un paciente de un grupo de 17 que sí tomaron aspirina murió.

«A partir de este análisis, hemos encontrado que el factor de predicción de supervivencia más importante en estos pacientes es si recibieron aspirina o no», expresó el principal investigador del estudio, el Dr. Jean-Bernard Durand, profesor adjunto en el Departamento de Cardiología en el M. D. Anderson. «Por qué es así, no estamos seguros. Parece haber una “paradoja de las plaquetaria”, que sugiere que el cáncer podría afectar el mecanismo de coagulación de la sangre». Según el Dr. Durand, es necesario realizar más investigaciones para entender mejor esta contradicción, pero mientras tanto, la decisión sobre el uso de la aspirina debería ser tomada por el cardiólogo y el oncólogo del equipo de tratamiento.

Con un mayor riesgo
Según la Organización Mundial de la Salud, de los aproximadamente 10 millones de pacientes oncológicos en el mundo, cerca de 1,5 millón podría desarrollar coágulos de sangre durante su tratamiento. En ese caso, presentan un riesgo mucho más elevado de morir a consecuencia de cardiopatías. «Ahora que tenemos este estudio, sería una farsa si alguien que sobrevivió al tratamiento oncológico muriese de un infarto de miocardio, al poco tiempo, porque no se le trató con aspirina», expresó el Dr. Durand.

Después de haber observado empíricamente que los pacientes del M. D. Anderson que estaban siendo tratados por infartos de miocardio a menudo parecían tener una muy buena evolución clínica cuando se les daba aspirina y/o betabloqueantes, el Dr. Durand y un equipo de investigadores de varios centros condujeron un análisis retrospectivo de pacientes oncológicos tratados por infarto de miocardio en el M. D. Anderson durante un período de un año. Los 70 pacientes fueron divididos en dos grupos en función de su recuento de plaquetas, y se recopilaron datos sobre el uso de aspirina, las complicaciones por hemorragias y la supervivencia.

El equipo halló que los pacientes que sufrieron infarto de miocardio con recuentos bajos de plaquetas y quienes no recibieron aspirina tuvieron una tasa de supervivencia a los siete días de sólo el 6%, mientras que los que recibieron aspirina tuvieron una tasa de supervivencia del 90%. Además, los pacientes que tomaron aspirina no tuvieron complicaciones hemorrágicas graves, pero los pacientes con recuentos bajos de plaquetas que desarrollaron formación de un coágulo de sangre y que no recibieron aspirina, murieron.

El efecto beneficioso de la aspirina también se observó en pacientes con recuentos normales de plaquetas. Los investigadores hallaron que la tasa de supervivencia a los siete días fue del 88% en los pacientes tratados con aspirina y del 45% en los pacientes que no fueron tratados con aspirina.

El Dr. Durand observó que estas tasas de mortalidad son aún anormalmente elevadas en comparación con las de pacientes sin cáncer. «Para alguien que presenta el síndrome coronario agudo en los Estados Unidos, la mortalidad esperada a los siete días es menos del 1%», manifestó el doctor.

Los resultados en los pacientes de cualquiera de los grupos que fueron tratados con betabloqueantes fueron paralelos a los de los grupos tratados sólo con aspirina. El efecto protector no fue tan marcado como el observado con la aspirina, pero aún así salvó vidas. Los investigadores notaron que su informe podría ser el primero en describir el perfil riesgo-beneficio del tratamiento con aspirina en pacientes con trombocitopenia

viernes, 7 de noviembre de 2008

INFARTOS CEREBRALES

Los infartos cerebrales dificultan la capacidad de la persona para valerse por sí misma y son una de las causas más frecuentes e importantes de incapacidad y depresión. La buena noticia es que podemos prevenirlos.
1. El riego cerebral 2. Frecuencia 3. ¿Qué otros nombres recibe? 4. Tipos 5. Síntomas 6. Un drama 7. Tratamiento 8. Prevención
1. El riego cerebral

El cerebro es un órgano que depende del oxígeno y la glucosa que le aporta la sangre.
Unos minutos sin riego son suficientes para producir la muerte de las neuronas y, como consecuencia, lesiones irreversibles.
La sangre llega al cerebro por las arterias carótidas (a ambos lados del cuello) y por la basilar (a través de los huesos del cuello).
En las personas hipertensas, diabéticas, fumadoras, con el colesterol muy elevado o con enfermedades cardiacas, puede suceder que se forme un trombo o un émbolo que corte bruscamente el paso de sangre a alguna región del cerebro (una trombosis o una embolia).
Si la obstrucción se mantiene unos minutos, se produce un daño irreversible, con muerte de las neuronas (unas células que no pueden dividirse, por lo que no pueden ser sustituidas, sólo suplidas por algunas neuronas cercanas que sigan vivas, si las hay).
Como consecuencia, se pierde la función cerebral que hacían las neuronas muertas.

2. Frecuencia

Su frecuencia aumenta con la edad y es la tercera causa de muerte en las personas mayores.
Su frecuencia aumenta tambien en las personas hipertensas, diabéticas, fumadoras, con el colesterol muy elevado o con enfermedades cardiacas.

3. ¿Qué otros nombres recibe?

El ictus es una enfermedad aguda que se produce en el cerebro por la alteración de los vasos que llevan la sangre hasta él.
Recibe muchos nombres: infarto cerebral, embolia cerebral, apoplejía, hemiplejía, ataque cerebral, derrame cerebral, trombosis, embolia...
Los médicos suelen hablar de accidente cerebrovascular (ACV) o ictus.

4. Tipos

Hay distintos tipos, pero lo más frecuente es el infarto o la isquemia (falta de riego) cerebral que se produce por un trombo (que ocluye una arteria del cerebro afectada de arteriosclerosis) o un émbolo (trombo que se desprende de un vaso lejano y por la circulación sanguínea llega al cerebro donde atasca un vaso).
Algunas veces el ictus se debe a una hemorragia (un vaso sanguíneo se rompe dentro del cerebro).

5. Síntomas

En la mayoría de los casos el ictus aparece de forma brusca. En algunos casos el riego se recupera en pocos minutos, y no quedan secuelas: se habla entonces de accidente isquémico transitorio (AIT o TIA, por sus siglas en inglés).
En otros casos el ictus es permanente y deja secuelas neurológicas más o menos graves.
Los síntomas dependen de la arteria afectada y son muy variados. En el accidente isquémico transitorio la persona afectada sufre bruscamente problemas para hablar, ver o mover algún miembro durante un periodo corto de tiempo (menos de 24 horas en todo caso) y luego se recupera espontáneamente.
Esta entidad es un aviso de que hay un altísimo riesgo de sufrir un ictus grave en los siguientes días. Hay que tomarla en serio y acudir al médico para que busque la razón e inicie un tratamiento que reduzca el riesgo.
En el ictus, la manifestación más típica es la hemiplejía o parálisis de una mitad del cuerpo (normalmente la del lado contrario de la lesión cerebral), afectándose muchas veces también la capacidad de hablar o entender el lenguaje, aunque la variabilidad de los síntomas es enorme por la gran riqueza del cerebro.

6. Un drama

Infarto cerebral. Si se sobrevive al mismo las secuelas suelen dejar inmovil al paciente
Esta enfermedad es, en muchos casos, total o parcialmente irreversible, y supone una verdadera catástrofe en la vida de una persona.
Una persona sana y activa se convierte, bruscamente, en una persona inmóvil y dependiente de otros hasta para las cosas más sencillas y básicas.
Le espera, además, un largo tiempo de rehabilitación, en ocasiones sin esperanza de obtener con ella un éxito aceptable.
No es extraño que las personas que lo sufran se depriman con frecuencia. Y esto debe hacer reflexionar sobre la importancia de prevenirlo.

7. Tratamiento

El tratamiento del ictus es aún muy imperfecto. Generalmente, el enfermo con un ictus debe ingresar, al menos los primeros dos o tres días, en un hospital.
Se están estudiando medicamentos para disolver el trombo o el émbolo, y alguno de los fármacos estudiados parece conseguirlo, aunque aún no es un tratamiento estándar.
La edad no es una contraindicación para la hospitalización o el tratamiento, hay que valorar de forma individual a cada persona.
En la fase aguda, el tratamiento inicial es de soporte. Esto quiere decir que hay que procurar mantener la alimentación, la hidratación y evitar ulceras, infecciones u otras complicaciones.
Además, es preciso buscar la causa e intentar prevenir nuevos ictus, si es posible.
Después queda un largo tiempo de rehabilitación para conseguir recuperar el máximo de independencia.
Cada ictus evoluciona de forma diferente. En algunos casos se recupera al cabo de días, semanas o meses la situación previa, y en otros casos no se consigue ninguna mejoría en absoluto de los síntomas.
En todo caso, siempre debe intentarse desde muy pronto la rehabilitación activa y pasiva de las deficiencias neurológicas causadas por el infarto.
La recuperación depende tanto de la gravedad del problema como de la personalidad y el nivel socioeconómico del enfermo. Una persona deprimida o sin apoyo económico o familiar difícilmente se podrá recuperar.
Cuando la recuperación completa es imposible, deben buscarse las formas de adaptación a la incapacidad para recuperar la mayor parte de las funciones que se hacían antes del infarto cerebral.

8. Prevención

El ictus es una enfermedad cuya frecuencia en los últimos años no solo no está bajando, sino que tiende a aumentar, y afecta con frecuencia preocupante a las personas mayores.
Es una de las principales y más temidas causas de invalidez. La buena noticia es que es una enfermedad prevenible.
Además, los mecanismos de prevención son los mismos que los del infarto de miocardio, por lo que se previenen varias enfermedades graves con las mismas medidas.
La prevención consiste en evitar o tratar lo mejor posible los llamados "factores de riesgo cardiovascular".
Una de las acciones preventivas más importante es dejar de fumar, ya que los fumadores se ponen a sí mismos en un altísimo riesgo de sufrir ictus. Además hay que controlar la hipertensión arterial, la diabetes y el aumento de colesterol.
También es preciso tratar las enfermedades cardiacas valvulares y aquellas que producen arritmias, porque las arritmias favorecen que se suelten émbolos del corazón hacia el cerebro.
Muchas veces se necesita dar de forma crónica un tratamiento anticoagulante.
Dra. Dª. Marina Carpena
Licenciada en Medicina y Cirugía